Hume y la experiencia.


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Experiencia.- (Frívola, nerviosa, vibrante, impetuosa) Hoolaaaaa, Mr. Hume.
Hume.- (Sorprendido) ¡Hala! ¿A quién tengo delante?
E.- (Con risa tonta) Soy la Experiencia. ¿No te resulto evidente?
H.- Déjame que te vea... ¡No te muevas!... Es raro...
E.- (Rápida) ¿Qué?
H.- Eres muy peculiar... Demasiado peculiar para poder ser algo...
E.- (Un poco escamada) .- ¿Eh? ¡Pues soy Experiencia, ya te lo he dicho!
H.- Sí, ya. ¿Pero cómo sé que dices la verdad?
E.- ¿Qué cómo? ¡¡Pero miiiirame!!
H.- Sí, sí. No hago otra cosa. Eres bienparecida. Pero nunca te imaginé así.
E.- (Más insegura) ¿Y cómo creías que era?
H.- Bueno. Tú eras aquello por lo que yo creía y me eran evidentes los... hechos. Pero nunca pensé que pudiera tener experiencia de tí misma la Experiencia.
E.- Y sin embargo creías en mí.
H.- (Resignado) Sí, ya sabes, esa vieja fe metafísica que nunca nos abandona...
E.- Te noto desanimado, David. Suponía que te ibas a alegrar de verme.
H.- Y me alegro. Pero...
E.- ¿Pero?
H.- (Melancólico) Escucha. Ya no soy un joven sin experiencia. Sino un viejo escarmentado y escéptico.
E.- ¿Qué quieres decir?
H.- Dejé de creer en todo, por culpa tuya. Y ahora apenas puedo creer en tí. Aunque te tenga delante.
E.- ¡Pero yo te mostré el camino!
H.- Sí. A costa de perderme en él.
E.- ¿A tí?
H.- Sí, a “mi”. ¿Pues quien podría ser yo? Por tí mi cuerpo es un manojo variable de impresiones. ¿Y mi mente? Mi mente, el río sin cauce por donde aquellas corren...
E.- ¿Pero qué dices?
H.- Lo que oyes. ¡Nadie se baña dos veces en la misma impresión... de nada!
E.- ¿Y qué somos entonces?.
H.- Suposiciones. Porque ni de mi, y ni tan siquiera de ti, tengo experiencia alguna.
E.- Válgame Dios.
H.- ¡Ja! De Dios ni hablar. Y del mundo y sus leyes tampoco. ¿Quién puede toparse con tamañas cosas yendo en tu compañía?
E. - Muda me dejas.
H.- Y con razón. Ni el lenguaje dejaran mis sucesores en pie. ¿Qué experiencia tenemos, acaso, de eso que llamamos “significados”?
E.- ¡Yo nunca te abandonaré!
H.- ¡Tú! ¡Tú eres tan voluble e insegura como todo lo que me muestras! Si por tí fuera no habría verdad que no pudiera ser mentira mañana.
E.- ¡En muy mal lugar me dejas!
H.- ¿Malo? ¿Bueno? ¿Qué sabes tú de eso?
E.- (Reflexiva por vez primera) Nada. Es cierto. Yo soy lo que pasa. No lo que debiera o no debiera pasar.
H.- No te quejes, entonces. Bastante tienes con esta fe ciega que tengo en mis ojos y en ti.
E.- Bueno. Siempre puedes cerrarlos y confiar en mi hermana imaginaria la Razón.
H.- ¿Esa pobre autista? ¡No es más que una esclava de las pasiones!
E.- ¿Qué harás, entonces?
H.- Todo da lo mismo. Pero como estoy hecho a pensar, pensaré ahora, junto a ti, en como te formas y deformas en mi desdibujada cabeza.
E.- ¿Te darás a la psicología?
H.- Y a la historia, y la política... ¡Y tú, dejarás de provocarme! No pienso pensarte. La filosofía de verdad se acabó para mi. Vuelve a tu ser y tu sentido.
E.- ¿Qué sentido?
H.- ¡El común!




El filósofo escocés del siglo XVIII David Hume pasa por ser el mayor representante del empirismo moderno, pero también el que más profundamente reveló y criticó los supuestos metafísicos de esa poderosa corriente filosófica.

Para Hume, la experiencia sensible es la fuente última de toda evidencia. Pero, por eso mismo, es imposible asegurar la existencia de substancias estables, tales como cosas o sujetos, de las que no es posible obtener experiencia.

Del mismo modo, leyes como la de causalidad, al carecer de fundamento empírico, son concebidas por Hume como meros supuestos fruto del hábito psicologico, sin ninguna entidad por sí mismos.

La propia experiencia es un método falible, pues no puede más que proporcionar verdades contingentes, sujetas a revisión constante. Pues por mucha experiencia que tenga de que el sol sale por el Este, nada me asegura que mañana vuelva a ocurrir lo mismo...

¿Qué piensas tú? ¿Es la experiencia una fuente segura de conocimiento? ¿Cómo demostramos que la experiencia es el modo adecuado de demostrar?


Guión: Víctor Bermúdez . Actores:  Jonathan González, Inma Morillo. Voces: Chus García, Inma Morillo. Producción: Antonio Blázquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.




Descartes y la Duda

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[Suena viento fuerte y ondear de telas. Invierno. Descartes tirita adormilado en su tienda de campaña y frente a su famosa estufa]

Duda.- Shhh. Shhh. Descartes. (Despertándolo)
RD.- (Despertándose. Con tono y voz de adormilado) Eh. Mmm. ¿Quién es?
D.- (Con ingenuidad) Soy yo... la duda.
RD.- (Todavía dormido) ¿Eh? ¿La quién?
D.- La duda
RD.- (Confundiéndola con una prostituta) Eh. No, no. Esta noche no me apetece.
D.- (Contundente, en voz alta): ¡La duda, la du-da!
R.- Ah, perdona. (Ingenuo) ¿Y qué quieres?
D.- Pues despertarte, melón, de tu engañoso sueño.
R.- (Entre dormido y extrañado) ¿De qué?
D.- (Desesperada) ¡Buf!
R.- Perdona, chica. Pero estoy todavía dormido.
D.- Tú lo has dicho.
R.- ¿El qué?
D.- ¿Cómo sabes que no sigues dormido y estás soñando conmigo?
R.- ¿Por qué te veo y te oigo?
D.- También ves y oyes en los sueños. ¿Cómo sabes que no estás en uno de ellos?
R.- Pues... no lo sé.
D.- Muy bien. Por eso estoy yo aquí.
R.- (Despistado) ¿Eras?
D.- ¡¡La duda, la duda!!
R.- Ya. Últimamente no te me vas de los pensamientos, y por lo que veo, tampoco de los sueños.
D.- A ver. Eres filósofo. Quién si no tú se amancebaría conmigo en lugar de espantarme a manotadas o a rezos.
R.- Cierto. (Desanimado) Pero no acabamos de llegar a nada tú y yo.
D.- ¿Cómo que a nada? ¿Sabes lo que es un purgante?
R.- Claro.
D.- Pues eso soy yo, un purgante filosófico. Te vacío de todo lo que no has asimilado y estorba tu entendimiento.
R. - (Ironía) ¡Qué distinción la tuya!
D.- Bueno. ¿Has aprendido a distinguir ya la vigilia del sueño?
R.- No mucho. Pero he descubierto un lugar al que no puedes seguirme....
D.- (irónica, burlona) ¿Ah sí?
R.- ¡Sí! Ya sueñe o esté despierto las verdades matemáticas son... indudables. Un círculo jamás podrá tener ángulos. Y... todos los puntos de su circunferencia guardarán la misma distancia con respecto al centro... Y, según mi geometría analítica...
D.- (Interrumpe con aplausos en tono sarcástico) ¡Brillante!... ¿Te hable de mi primo?
R.- ¿Qué primo? ¿Un número?
D.- No. (Disfrutando, perversa) Mi primo... El genio... Maligno.
R.- (Tras pensarlo un momento) ¡Oh, no!
D.- ¡Oh, sí! ¡¡No puedes descartar esa hipótesis, por muy Descartes que seas!!
R.- Eso. Fustígame otra vez.
D.- Te estoy espantando la fantasía, querido. No puedes descartar que un genio maligno te esté engañando haciéndote creer esas razones matemáticas que dices que se me resisten. ¡A mi!
R.- (Tras pensarlo. Con desesperación) ¿¡Y qué me queda, entonces!?
D.- (Tierna, seductora) Te quedo yo, sin duda... ¡Poseeme del todo. Y quizás desveles todo lo que velo...
R. - (Lúcido, melancólico)... Ya. Qué solo a tí te tengo. Y que solo por tí soy.
D.- (Ansiosa) ¡¡Dímelo otra vez!!
R.- (Condescendiente, con paciencia) Pieeenso, luego existo.
D.- (Gozosa) Ah. Y ahora en latín.
R.- ¡Basta ya! ¡No podemos seguir así!
D.- ¿Qué mejor filosófica pareja que la de tu voluntad insomne y mi purgante de certezas?
R.- ¡Pero no podemos encerrarnos así, el uno en el otro! ¡He de reconstruir el mundo! ¡Entender el significado de este sueño!
D.- Hazlo conmigo.
R.- ¿Contigo?
D.- No encontrarás nada más fertil que yo, la duda.
R.- No sé.
D.- (Excitada) Oh, así. Ven... René... Despierta mañana conmigo...


En obras como el Discurso del método o las Meditaciones metafísicas, el filósofo frances del XVII Renato Descartes expone el proceso intelectual que lo llevó desde una concepción ingenua y acrítica de la realidad a una perspectiva filosófica que muchos consideran radicalmente novedosa y el origen mismo del pensamiento moderno.

El método filosófico, según Descartes, consiste en dudar metódicamente de todo aquello que no podamos experimentar como evidente, hasta hallar, así, alguna certeza innegable desde la cual podamos edificar un nuevo edificio explicativo de la totalidad de lo real.

Según Descartes, ni la existencia objetiva el mundo material, ni la presunta objetividad de las matemáticas están a salvo de la duda. ¿Cómo sabemos que el mundo que vemos no es un sueño? ¿O que las verdades matemáticas no son el engaño que un maléfico genio ha introducido en nuestra mente?

Tan solo hay una cosa, dice Descartes, de la que no podemos dudar, y es del hecho mismo de que dudamos. Dudar de este hecho supone, a la vez, confirmar su certeza indubitable.

Ahora bien, como es alguien quien necesariamente tiene que dudar, he aquí – piensa Descartes – la demostración de la propia existencia. Dudo, pienso, sueño... luego existo. Esta idea, por la que el sujeto se entiende como la primera y más fundamental certeza, representa, típicamente, el momento inaugural de la filosofía moderna.

¿Qué piensas tú? ¿Hay algo de lo que puedas, realmente, estar seguro?

Guión: Víctor Bermúdez . Actores:  Jonathan González, Inma Morillo. Voces: Chus García, Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blázquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.





La navaja de Ockham

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Pensamiento.- ¿¡Eh, que crees que vas a hacer!?
Ockahm.- Vengo simplemente a ayudarte, querido Pensamiento, aunque no me conozcas.
Pensamiento.- ¿Y quién eres tú?
Ockham.- Nadie, un simple monje. Me llaman Guillermo, Guillermo de Ockham
Pensamiento.- ¿Y qué es eso que llevas ahí, que reluce de manera tan tétrica?
Ockham.- Nada, una simple navaja.
Pensamiento.- ¿¡Una simple navaja, un simple monje que viene simplemente a ayudarme!? No quiero ser simplista, pero ¿cómo vas a hacerlo?
Ockahm.- Simplificándote, así de simple…
Pensamiento.- ¡Ah!, ¿así que un señor monje cree que yo, el Pensamiento Humano, soy demasiado… exuberante, digamos?
Ockham.- No te ofendas, no eres tú, sino la soberbia de los hombres. Todo lo que tú necesitas es, digamos, una limpieza.
Pensamiento.- ¿Con una navaja? ¿¡Me piensas dejar pelado y mondado!?
Ockham.- Solo voy a quitarte las tonterías que te han ido acumulando. Me lo agradecerás.
Pensamiento.- ¿Crees que soy un viejo chocheante? ¿Qué tipo de tonterías dices?
Ochkam.- Por ejemplo, todas las explicaciones grandilocuentes sobre el origen del mundo, las almas y los espíritus… En fin, todo eso de lo que hablamos por no estar callados.
Pensamiento.- ¡Vaya!
Ockham.- Mi lema es: “no multiplicar los entes más de lo necesario”. Mira, por ejemplo esa verruga que tienes ahí…
Pensamiento.- ¡Ay!
Ockham.- Tenía una pinta fea, y te estaba creciendo. ¿A ver? Lo que pensaba: tumor metafísico en estado cuatro. A la basura. ¡Mira, ahí tienes otro!
Pensamiento.- ¡Ah! Pero ¿eso no era mi oreja?
Ockham.- Puede ser. Pero, total, para oír tonterías…
Pensamiento.- ¡Oye, para, para! ¿Por qué no te cortas tú lo que yo te diga?
Ockham.- ¿Es que no me ves? ¡Soy pobre, vivo con muy poco!
Pensamiento.- Me parece muy bien, y serías un buen ministro de economía, pero en nada que te deje, me dejas en nada.
Ockahm.- ¡Como quieras! Sigue cargando con todo ese lastre.
Pensamiento.- ¿No ves lo que disfrutan los filósofos conmigo?
Ockham.- ¡Sí, sí! Dando vueltas al mismo castillo. ¡Con lo feliz que vive uno en una humilde casita en el desierto!
Pensamiento.- ¡Tú lo ves todo muy simple!
Ockham.- Cuando te arrepientas, aquí estaré, afilando la navaja.


El monje franciscano de fines de la edad Media, Guillermo de Ockham, creía que muchas de las teorías filosóficas, especialmente las metafísicas, son más bien juegos verbales que construyen los seres humanos, queriendo explicar lo que no pueden explicar.

Decía que hay que suponer el menor número de cosas posibles, que basten para explicar lo que vemos. Todo lo demás, es objeto de la fe. A ese principio se le conoce como “navaja de Ockham”. Es el principio metodológico de economía. Ockham predicaba también éticamente la simpleza de vida, y fue muy crítico con la riqueza de la Iglesia y los papas.

Ockham ejerció una gran influencia en el nacimiento de la Edad Moderna, tanto en las ciencias como en la religiosidad: Lutero fue un admirador suyo, y como él defendió que la razón no debía entrometerse en cuestiones de fe.

Sin embargo, los filósofos no han dejado de elaborar teorías metafísicas como las que Ockham rechazaba, y se puede decir, como escribió el filósofo americano del siglo XX Quine, que la barba de Platón ha mellado varias veces la navaja de Ockham.

¿Qué crees: deberíamos abstenernos de especular sobre lo que supera nuestra experiencia natural? ¿Hasta dónde deberíamos usar la navaja de Ockham?

Guión: Juan Antonio Negrete. Actores: Jonathan González y Víctor Bermúdez.  Voces: Inmaculada Morillo y Chus García. Producción: Antonio Blázquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original y dirección: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.